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Muy propio: cuando se tocan los interese del bipartito, Rubalcaba defiende a Rajoy y critica a IU |
Los monarcas de Rusia, Austria y
Prusia acostumbraban a guerrear entre sí. Más exactamente, mandaban a la guerra a sus súbditos
que pagaban con la muerte, la devastación o las mutilaciones la codicia de sus gobernantes.
Rusia luchó contra Prusia en la Guerra de los Siete Años y antes contra los
teutones, en batalla épica que encumbró a Alexander Nievskii. Por su parte, Prusia luchó
contra Austria en la Guerra de las Siete Semanas, aplastando a los austriacos con sólo un par de encontronazos militares. Pero cuando se trataba de
combatir la libertad, las belicistas Prusia, Rusia y Austria estaban en el mismo bando, el del
trono y el altar, el de la Santa Alianza, el del Congreso de Viena, el de la
defensa del privilegio frente al cambio, el de la restauración frente a la
revolución, el de los borbones restituidos en derechos y privilegios. Von Metternich, von Hardenberg y Alejandro I se entendían muy bien
cuando tenían que enfrentarse a sus enemigos aunque se odiaran profundamente.
Formaban un tripartito a la gresca interna pero blindado ante el enemigo
común, como el PP y el PSOE hoy, más unidos por el sistema que defienden y al
que representan que separados por las diferencias que amplifican en los medios de comunicación.
Dicho lo anterior, recordamos que sólo han pasado 19 meses desde que Rajoy ganara las elecciones.
El partido de Rajoy fue votado por casi 11
millones de ciudadanos, de los casi 36 millones con derecho a voto. Quiero esto
decir que recibió el 31% de los sufragios, siendo amplísima mayoría los que no
votaron al PP, esto es, casi el 70% de los ciudadanos. Por deformación del
sistema electoral, el tercio de votantes del PP acapara el 53% de los escaños
del Congreso. En otras palabras, el sistema electoral convierte el tercio de
los votos del PP en mayoría absoluta, distorsionando la representación y
burlando la democracia. Al resto de los ciudadanos, ese 70%, no le corresponde ni la mitad de
los escaños, lo cual parece muy justo y equilibrado al PP porque se lleva los escaños que roba a los demás. El PP recibe 22
puntos de regalo en escaños gracias al sistema electoral, que mezcla la
circunscripción provincial (en general de muy baja magnitud y que tiende al
bipartidismo) con la ley d’Hondt, que lo refuerza en el caso de las
circunscripciones pequeñas. El sistema electoral actúa con el PP como las alzas secretas de los zapatos, aunque a gran escala.
A lo anterior hay que añadir que
una porción del tercio de votantes que apoyó al PP lo hizo engañado por
las promesas falsas de una campaña que pasará a la historia por el uso desvergonzado de la mentira.
Apuntado esto (que los votantes
del PP no son mayoría absoluta y que muchos de ellos se sienten engañados por
las mentiras del partido y asqueados por la corrupción de Rajoy y los suyos),
no extraña que el partido haya dilapidado en tan solo 19 meses una parte muy notable de su capital político. Rajoy es
ya un personaje fracasado, desprestigiado y rechazado por los mismos ciudadanos
que antes le dieron su apoyo, entre otras razones por sus mentiras, por haber
incumplido sus promesas electorales, por sus reiterados fracasos, por su política
de indiferencia y pasividad ante el sufrimiento de los ciudadanos y por la
corrupción que ampara y representa. En dos palabras, lo que debemos a Rajoy es austericidio y corrupción.
Se le advirtió al anterior
Presidente, el señor Zapatero, que el camino que eligió nos llevaba a la
catástrofe, que las políticas austericidas no iban a generar empleo ni a
reactivar la economía. El gobierno socialista no escuchó las advertencias
sensatas y los ciudadanos le castigaron. Pero el Gobierno del señor Rajoy
decidió tomar el mismo camino y a una velocidad mayor, trayectoria que ya,
incluso, ni se molesta en disimular.
Es una evidencia que las
prioridades de los rajoys, matos, guindos, montoros, werts y demás personajes
del gobierno son aumentar la presión fiscal a la clase trabajadora,
reducir los derechos sociales al máximo y expoliar y mercantilizar los
servicios públicos con la excusa de pagar a los acreedores las deudas acumuladas por la
banca española.
El gobierno de Rajoy, una vez
fijado el camino, anuncia que no va a cambiar el rumbo. El PP es inmune,
incluso, al “mea culpa” del FMI que acaba de reconocer que el primer
rescate griego hace tres años no se abordó de forma adecuada, que se equivocó con Grecia, que fue un error
creer que Grecia podría asumir toda su deuda, que sus “expertos”
subestimaron el impacto del austericidio sobre la población y la economía. Ahora, Grecia,
acatando las órdenes de la troika, se ha visto obligada a recortar las pagas a los pensionistas, a retrasar la edad de
jubilación, a bajar el SMI por debajo de los 600 euros, a rebajar salarios, a
despedir a 15.000 funcionarios y a eliminar los convenios colectivos. A todo
esto se suman un recorte del 40% en los presupuestos de sanidad
y los recortes en partidas relacionadas
con la prevención del virus del SIDA, que han provocado un aumento de las
infecciones del 200%. En cuanto a los suicidios económicos, Grecia ha
pasado de un extremo a otro: de ser uno de los países con una de las tasas más bajas de suicidio de la UE a experimentar una
subida del 60%. La tragedia griega se completa con hambre, abandono de niños en
las escuelas porque sus familias ya no los pueden mantener, el sufrimiento de
una población que está siendo maltratada y humillada hasta un punto
insoportable y el auge del nazismo carcelario. Hoy, Grecia es un país destrozado por unos delincuentes que dicen
ser sus gobernantes y que acatan las órdenes de la dictadura de la troika.
Visto lo de Grecia y el cariz que
van tomando las encuestas, en España el bipartito está preocupado. Ante las nuevas dificultades que se avecinan, las cúpulas del PP y del PSOE aplican aquello de que
“la unión hace la fuerza”, firmando un segundo pacto político que sucede
al primero, el de agosto de 2011, con el que cambiaron con extrema
urgencia, sin debate previo y sin consultar a los ciudadanos, el artículo 135
de la Constitución.
Así que, desde el verano de 2011,
la prioridad absoluta de los gobiernos de Zapatero y de Rajoy ha sido pagar los
intereses de la deuda bancaria, aunque ello provoque que la población se muera
de hambre.
Si el primer pacto entre el PSOE
y el PP se vistió con embustes, el segundo se pretende justificar con el bulo
de la posición común ante el Consejo Europeo. Hay que reconocerle al bipartito
tesón en la supervivencia, lo que indica objetivos comunes y la defensa de las
nóminas de muchos camaradas que quedarían a la intemperie si se les desmorona el tinglado. ¿Alguien se extraña, por tanto, de que acuerden su punto de vista
ante el Consejo Europeo si desde hace mucho tiempo los dos defienden lo mismo?
No debe escandalizar lo dicho. El
PSOE y el PP han apostado por el sistema capitalista. Sus dogmas son “el libre mercado”, “el crecimiento a
cualquier precio”, “la competitividad”, “el déficit” y “la deuda”. Tanto el PSOE como el PP
defendieron, impulsaron y colaboraron en la construcción de una UE
antidemocrática. Aceptaron el Tratado de Maastrich y el resto de tratados
neoliberales con los que cedieron la soberanía monetaria
y económica al poder financiero privado y a unas instituciones que
funcionan al margen de cualquier control democrático. Gracias al PSOE y al PP
el gobierno español es libre sólo si hace lo que otros le ordenan. Más bajo no se
puede caer.
Las políticas del PSOE y del PP
han arrasado nuestro Estado del bienestar. Por su causa, que es idéntica en el
fondo, asistimos a una degradación social insultante, con más pobreza, hambre
entre los escolares, derechos fundamentales cercenados, gente desesperada protestando, fuga
de capitales, Constitución inane, etc. Lo último, el cinismo irritante del PP
que recomienda a los jóvenes altamente cualificados y sin futuro “que hagan
la maleta” y se “muden”, porque según el señor González Pons, muy
dado a las bufonerías de almidón y plancha, “no se puede considerar que
trabajar en la UE sea trabajar en el extranjero, porque si lo hacemos así nos
estamos equivocando. En la medida en que los jóvenes están en la UE, están en
casa”.
Conscientes de su gran deterioro, PP y PSOE pretenden ahora
que desde Europa y siempre con el permiso de Merkel y la banca alemana, se
adopten medidas que “suavicen” lo efectos devastadores que causan sus decisiones. No se trata de exigir una rectificación, una enmienda total, un
golpe de timón, que sería lo adecuado. A lo que se está es a camuflar las políticas neoliberales entre algunas
medidas que hagan creer a la población que las cosas están cambiando para
reafirmar el tinglado bipartidista de siempre.
El acuerdo PP-PSOE habla de un plan europeo de
empleo juvenil, una línea de crédito para Pymes del Banco Europeo de
Inversiones (BEI) o medidas de crecimiento e inversiones europeas con
cargo a los fondos comunitarios, pero no hace referencia a la derogación del
artículo 135 de la Constitución, ni a la derogación de la reforma laboral, ni a
cambiar el dominio de los bancos sobre la economía, ni a dejar fuera de la
ley a los grupos de presión que sobornan a las instituciones comunitarias para
que legislen a su favor. El PSOE y el PP creen que de esta manera se
desactivarán las movilizaciones sociales, el crecimiento de la izquierda y
el hundimiento del bipartidismo. Pero se equivocan.
El PSOE y
el PP no van a cambiar nada. Y menos sus pactos, pinzas, alianzas,
entendimientos y reuniones, que sólo sirven para mantener sus privilegios y los
de los grupos afines. Hace mucho que el PSOE se olvidó de la “chaqueta de
pana”. Y no tanto que el PP dejó la gomina por la melena.
Ahora, en el PSOE y en el PP se lleva más
el look casual, el de los güemes, pons, florianos, madinas, etc.
Americana de sport, camisa con cuello abierto, sin corbata, pantalones
vaqueros, zapatos sin calcetines, todo muy almidonado, planchado y perfumado,
caro sin que lo parezca, descuidado pero medido, improvisado pero calculado. El
nuevo estilo da a sus dirigentes un aire desenfadado pero dentro de un orden,
porque el casual es acomodo sin que lo parezca, acatamiento simpático a
lo que hay, ser lo que no se es, como el apoliticismo, el centrismo, la normalidad, el sentido común y el como Dios manda. Adviértense aquí
diferencias de matiz entre el PP y el PSOE. El PP es más dado a añadir al
uniforme pulseritas de colores y el aire del que se ha levantado tarde y va a
una terraza moda a tomarse el brunch. El PSOE se inclina más por los abalorios
étnicos de la etnia socialista, que hace mucho que perdieron su significado
original. O pulserita o abalorio, esto es lo que nos ofrece el bipartidismo
para salir de la crisis, porque el bipartidismo es el casual político de nuestros días.
Los grandes medios de comunicación, uno de los
pilares fundamentales del sistema, celebran este pacto que el Rey ya exigió a
ambos partidos desde que vio peligrar el cetro que heredó de la dictadura
franquista. Creemos que habrá más acuerdos y pactos de Estado entre el PSOE y
el PP a medida que aumenten las grietas del régimen salido de la transición. El
PSOE de Rubalcaba no se ha movido para hacer frente a las agresivas políticas
de desmantelamiento del Estado de bienestar, sino que se ha inclinado hacia la
derecha para defender sus privilegios y los intereses del capital.
Por este motivo, una parte sustancial de su militancia y votantes está que echa
las muelas y piensa en un reemplazo de verdad.
Señores de las direcciones del PP y del PSOE y
adjuntos, basta ya de hablar de reformismos o de cambios porque gracias a ustedes asistimos a un
continuísmo político que sólo trae más miseria a la sociedad y que margina a
millones, a cambio de ofrecer estabilidad al bipartidismo, es decir, a ustedes
y a su tinglado. Algún día tendrán que explicarlo.
María José Pérez Salazar pertenece al Consejo Político Local de IU