Unos pocos han declarado la guerra a casi todos, utilizando como pretexto la crisis. A la minoría que malversa el poder (financiero, mediático y político) le sobran los trabajadores y sus derechos, los enfermos, los parados, los ancianos, los jóvenes, los niños, los consumidores, los pensionistas, los discrepantes, los que quieren ganarse honradamente la vida, los gordos, los flacos, los altos, los bajos, las mujeres, los hombres, los vivos y hasta los muertos.
La élite en el poder pretende convertirse en casta, y por eso también le sobran la civilización, los buenos sentimientos, el amor al prójimo, los derechos, la igualdad, la justicia, el afán de mejora, todo atisbo de humanidad.
Esta minoría quieren echarnos de la sociedad, estabularnos como al ganado, llevarnos a la porqueriza, achantar nuestra conciencia, echarnos a perder. Ya ni siquiera se molesta en disfrazar con retóricas la brutalidad de sus intenciones. Lo quiere todo raso y limpio. Desengañémonos: no contamos para ella.
Para convertirse en casta, la élite en el poder emplea tres armas tan poderosas como viejas: el dinero, la propaganda y las leyes. El dinero para dominar y comprar voluntades, la propaganda para difundir masivamente la mentira y las leyes para imponer lo que no se acata por las buenas. Para impedir este proyecto monstruoso hay que combatirles en sus guaridas. El poder que detentan debe volver a su único y legítimo dueño: el pueblo.
Algunos dirán que ha sido el pueblo el que ha aceptado tal estado de cosas y que hay que resignarse mientras siga consintiendo. A esos debemos decirles que los discrepantes, los que callan y los que no tienen voz, que también son pueblo, son siempre más que los que hablan a favor, y que un pueblo sometido por el miedo y la mentira no es libre ni juicioso.
Hasta ahora el 99% se va dejando conducir mansamente al cadalso por el 1%. ¿Cuándo cambiarán las tornas?
Emilio Alvarado Pérez es Portavoz de IU en el Ayuntamiento de Azuqueca de Henares