Para hablar sobre
los demás primero hay que hacerlo sobre uno mismo, sin miedo, con espontaneidad
y sencillez, porque como decía Gracián, lo que es natural, como el pan, nunca
enfada. Además, quién mejor que uno mismo para saber cómo es el alma propia, en
qué falla y traiciona, porque el engaño más difícil es al juicio interno,
tribunal severo y justo si se pone en marcha, que es lo oportuno.
Se suele echar en
cara a IU el pacto de gobierno con el PSOE en Andalucía, al igual que se le
afea lo contrario, el no pacto con el PSOE en Extremadura, que permite que el
PP gobierne en minoría en esa Comunidad.
Ambas opciones se
pueden criticar, faltaría más, pero no por las mismas razones, porque es
ilógico defender lo uno y su contrario con idéntico argumento.
Con la aritmética
parlamentaria se es oposición o gobierno, sin matices ni escalas, a partir de
los resultados electorales. En política no hay cifra que dé la ubicuidad
excepto la mayoría absoluta, que en este sistema que padecemos degenera en
absolutismo.
Aceptado lo
anterior, mal haremos si nos tomamos en serio las críticas que nos vienen de
las cúpulas del PSOE y del PP según acordemos con uno, con el otro o con
ninguno de ambos estar en el gobierno o en la oposición, porque el juicio de estos
partidos es esclavo de sus intereses. Para los jefes del PSOE ejercemos de pinza cuando no
pactamos con ellos y para los del PP somos una muleta del PSOE si no les permitimos
gobernar en minoría. En cambio, si determinamos algo que les beneficia, ambos
partidos nos tratan con más consideración, de donde se deduce que nos juzgan
según su conveniencia, en un juicio que carece de valor.
Lo único cierto del
bipartidismo es que las direcciones del PSOE y del PP buscan la
desaparición de IU y, por extensión, de otros partidos nacionales que les
alteran el tinglado bipartidista, sistema que tanto daño ha hecho a este país y
sobre el que aún no se ha escrito el último capítulo. Por tal razón, el PSOE y
el PP sostienen leyes electorales injustas en acuerdo sin fisuras, que
consienten el robo de la representación del débil para dársela al más fuerte: bolchevismo
para los de arriba, así se llama.
En cambio,
obraremos bien atendiendo las críticas que proceden de la ciudadanía, de
movimientos y de grupos sociales, de nuestros votantes y de la militancia,
cuando se analizan nuestros pactos de gobierno o la labor en la oposición. Hay
que escuchar con atención todo lo que nos tengan qué decir, guste o no, escueza
o agrade, porque en esos mensajes hay siempre un valor, el de la sinceridad.
Lo primero que hay
que recordar sobre la situación política de Andalucía es que los electores, a
pesar de las leyes adulteradoras que construyen mayorías ficticias, no
concedieron el favor absoluto a nadie, dejando en manos de los diputados
alcanzar o no acuerdos de gobierno. IU optó por consultar a sus asambleas qué
camino seguir, desechando las fórmulas jerárquicas y cupulares que son
identidad de otros partidos, escogiendo las asambleas la opción de constituir
un gobierno. A lo anterior se añade que IU no es elegida para hacer lo mismo
que hace el bipartito, ni para compadrear con la corrupción, y que nuestro
programa electoral es un contrato de obligado cumplimiento que liga a los
representantes con los representados.
A partir de estas
consideraciones, por tanto, debe evaluarse la conveniencia de nuestra posición
política en Andalucía.
Sobre el
procedimiento elegido para tomar la decisión, no hay nada que objetar. Se hace
lo que han decidido las asambleas y no una cúpula de líderes sabios y justos,
igual que en Extremadura, por cierto, aunque con resultado contrario.
En cuanto a los
logros de la coalición, hay luces y sombras, porque los recortes han llegado a
Andalucía, si bien mitigados si se comparan con el salvajismo de otras Comunidades
Autónomas. Se puede argumentar nuestra presencia en el gobierno andaluz echando
mano de la tesis del mal menor, aunque es una justificación muy débil para
quien se encomienda a la tarea de superar un sistema que considera injusto y
que condena a la injusticia a la inmensa mayoría.
Y sobre nuestra
doctrina contra la corrupción cabe decir dos cosas. La primera, que hemos de
tener una idea clara sobre el momento en que un político sospechoso de
corrupción debe dimitir, con el propósito de que tal regla se aplique siempre,
afecte a quien afecte, cosa que, por desgracia, hoy no ocurre. Sobre este
asunto no caben más aplazamientos o titubeos. Además, hemos de ver cuál es el
punto en el que se ha de romper un acuerdo de gobierno si sobre el otro socio
se cierne una atmósfera de sospecha y de connivencia con la corrupción cada vez
más densa. Ambas cuestiones, la dimisión de los cargos públicos y la ruptura de
acuerdos de gobierno, están muy relacionadas, de modo que lo que se determine
sobre una afecta a la otra.
IU promovió una
comisión de investigación sobre el escándalo de los ERES en el parlamento de Andalucía, cosa
muy de agradecer e impensable sin su presencia. La dirección de la comisión recayó en IU y, por tanto, también
la responsabilidad de redactar el informe que debía ser votado por los
parlamentarios. En el informe, el ponente de IU llegaba a dos conclusiones muy
importantes: la primera, que el sistema de control de los ERES era
defectuosísimo, por lo que daba pie a toda clase de chanchullos y maquinaciones, en consonancia con lo que advertían los informes de la intervención general autonómica; la segunda,
que la responsabilidad del fraude no debía recaer sólo en el exDirector General
de Empleo, Francisco Javier Guerrero, sino, también, porque así lo señalaban
todos los indicios, en el exConsejero de Empleo, José Antonio Vera (que en la
actualidad es diputado) y en dos exViceconsejeros, Antonio Fernández y Agustín
Barberá.
Tanto el PSOE como
el PP votaron en contra del informe, tumbándolo. El PSOE porque no quería
admitir más culpables que Francisco Javier Guerrero, poniendo el cortafuegos de
la responsabilidad política en el nivel de los Directores Generales, y el PP
porque en casos de corrupción, cuando afectan a otros, nada le parece bastante excepto un final a lo Tito Andrónico, con abundancia de mutilaciones, antropofagias y otros descuartizamientos.
IU no debió aceptar
que el PSOE tachara verdades de un informe elaborado con rigor y honestidad, y
que ha sido ratificado por las actuaciones judiciales sobre los ERES que aún
continúan. Los exViceconsejeros de Empleo, Antonio Fernández y Agustín Barberá,
han ido a prisión por orden de la jueza que lleva el caso, y sobre el
exConsejero de Empleo, que disfruta hoy de la condición de diputado, don José Antonio Viera, la Guardia Civil afirma tener
pruebas de su “papel esencial” en la concesión de ciertas ayudas fraudulentas, que podrían desembocar en la petición de un suplicatorio en fechas próximas.
El problema de los
ERES ilegales no es sólo de presunta corrupción continuada (una década) y a gran escala (136 millones de euros, por ahora). Lo es también de
credibilidad de un gobierno del que es parte IU, porque el actual presidente de
la Junta, el señor Griñán, estuvo en los ejecutivos en los que se produjo este
escándalo, primero como Consejero (desde 2004), después como
Vicepresidente (desde 2008) y, finalmente, como Presidente (desde 2009). Por
tanto, se arrastra a esta legislatura la figura de un presidente que tuvo las
máximas responsabilidades en gobiernos anteriores salpicados por un caso de
presunta depredación durante aproximadamente una década, sin que tal persona haya
explicado algo de interés sobre el particular excepto la media verdad de afirmar que se puso al frente de la
denuncia cuando se enteró de lo que pasaba, frase que oculta dos hechos para nada
irrelevantes, a saber, que actuó así sólo cuando la prensa destapó este asunto tan feo y que su gobierno hizo caso omiso a los informes de la intervención general que denunciaban un procedimiento de concesión de ayudas que permitía el abuso.
La ciudadanía está
muy harta, y con razón, de la sinvergonzonería y el engaño, y pide ejemplaridad a los
políticos que aún identifica como honrados. Es tiempo de
desarraigar las hierbezuelas, que eso es rejacar, empezando por las propias filas.
Y si no, siempre queda
abierta otra puerta, la que canta el poeta Horacio, el vate de Roma, invitación a vivir la vida rústica dejando atrás un sistema que huele a muerto: "a mí el fresco bosque y los coros ligeros de ninfas y sátiros me separan del vulgo ... con poco vive bien aquel para el que brilla sobre la parca mesa el salero de sus padres, y no le quitan el ligero sueño el temor o la sórdida codicia."
Terminemos que es hora.
Llama mucho la atención que la jueza del caso de los ERES haya enviado a
prisión a siete sospechosos e imputado a otros siete, no descartándose el
aumento inminente del número de procesados, y eso a pesar de sus bajas médicas
y neuralgias, mientras que el juez Ruz, que cada día parece más tristón, sólo ha sido capaz de citar a Bárcenas para que dé el paseo matutino de su casa al juzgado y
vuelta a empezar, en trayecto que ya resulta cargante. ¿Hasta cuándo?
Emilio Alvarado Pérez es portavoz del grupo municipal de IU