Ante sus amenazas y bravuconerías primero les entregamos una parte de la inversión pública, otra de las pensiones y los sueldos de los trabajadores públicos.
Como era de esperar, tal entrega no fue suficiente.
Luego les ofrecimos a los trabajadores privados, con sus derechos y salarios.
Tampoco bastó.
Ahora se plantea ofrendarles todo el sistema público de pensiones y una parte de la propiedad pública. Ya anuncio que esta nueva oblación no les colmará.
Mañana nos exigirán que les entreguemos la educación y la sanidad públicas. Y así hasta que no tengamos nada que ofrecerles porque estemos en cueros vivos y arruinados.
Entonces, se irán a otro lugar a esquilmar, dejando a su paso un país arrasado y una sociedad descompuesta.
Esta situación ominosa tiene que acabar. Es ya una cuestión de dignidad y, si me lo permiten, de patriotismo.
Patriota es quien defiende a su país y a sus ciudadanos, el que se compromete por su mejora y por su independencia, el que no consiente que se juegue con el futuro de sus hijos y con el de los hijos de los demás, el que defiende el interés general por encima de avaricias y miserias particulares, el que lucha por los derechos, singularmente de los más débiles.
Hoy el patriotismo consiste en denunciar la acción de toda esta pandilla de especuladores, del sistema que los ampara y de sus corifeos a sueldo, en resistir frente al empuje de una tiranía cobarde y anónima que quiere acabar con nuestros derechos y con nuestra democracia. El patriotismo es esto y no otra cosa. Por eso me parece grotesco que presuman de patriotismo los que van dando voces envueltos en la bandera, mientras que con la enseña se tapan la entrepierna para que no veamos sus pantalones bajados y sus calcetines caídos.
Por el momento, sólo los que no están comprometidos con este orden de cosas pueden mover a la ciudadanía a una rebelión pacífica contra tanta injusticia. En la actualidad esa condición únicamente la cumple la izquierda que no se avergüenza de serlo y de ejercer como tal. Ojalá que seamos capaces de sumar más voluntades al esfuerzo, pero se me antoja que nos va a tocar hacer una buena parte de este viaje en solitario.