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Stephanus Junius Brutus (Philippe Duplessis-Mornay) escribió este clásico en los tiempos de las guerras de religión. El título es muy elocuente: Alegato contra tiranos |
La dictadura de la troika
ha condenado a los países del sur de Europa a un destino de miseria. Estos
países, entre los que se encuentra España, calificados como pigs por los
neoliberales, serán, en el mejor de los casos, suministradores de mano de obra
barata y disciplinada sobre la que se mantendrá la riqueza de los países del
norte (que se sostenga tal ficción está por ver), sufriendo además altísimas tasas de desempleo,
pobreza y desigualdad social de manera permanente.
En el peor de los casos, fracasado el proyecto de
la reserva indígena, se plantea la posibilidad de que en los países del sur de Europa nos matemos los unos a los
otros, a dentelladas o a navajazos, porque en eso se nos dejará libertad
con tal de que la sangre no salpique fuera de nuestras fronteras.
Terminada la escabechina, lo que quede será rematado a precio de saldo. Un
puñado de inversores extranjeros o algún fondo de inversión anónimo, a cambio
de cuatro euros, se quedarán con países diezmados de los que dispondrán a su
antojo.
Esto no es ciencia
ficción. Algo así ocurre ya en Grecia, país que
está al borde del colapso, la descomposición y la guerra civil, y será el
pasado mañana de Italia, España y de Portugal si lo consentimos.
Tal atrocidad no sería
posible si la troika de Merkel no contara con la ayuda del traidor intestino que, instalado en el gobierno, allana la ruta hacia la perdición. El PP es el
partido que se ha brindado a ejecutar el suicidio asistido, la eutanasia
activa de la sociedad española, por orden del partido popular europeo, sentina
de vicios y depravación. La derecha española, infectada por el virus apátrida
de la globalización, vendida al mercachifle extranjero a cambio de un puñado de
euros que recibirán unos pocos de sus dirigentes bajo la forma de sillón en un consejo de una multinacional, nos suministra el veneno de
la troika todos los viernes, tras la reunión del Consejo de Ministros, con la
saña de quien no tiene conciencia y que hace lo que hace porque sabe muy bien a
qué amo sirve. Por mucha banderita que luzca en la solapa, en la corbata o en la pulserita de marras, en temas patrióticos esta derecha ya no engaña ni a las ovejas.
Despertemos. Vamos
al quemadero porque las élites económicas alemanas y la gran derecha
europea así lo disponen, siendo nuestro gobierno el que nos empuja al fuego.
Un gobierno mentiroso y corrupto a más no poder, un gobierno que gobierna para
otros y contra el pueblo al que dice representar, un gobierno que hace daño y que persigue al disidente, un gobierno que no atiende a la misión fundamental de todo gobierno que es mantener la paz, un gobierno que rompió el pacto que lo ligaba al pueblo; en suma, un gobierno de traidores que
merece el trato que se le dispensa al traidor, que es uno y sólo uno.
Rechacemos la tesis paulina del poder, que prefiere eunucos y muebles a hombres y mujeres. Abajo con la idea de que la opinión del gobierno, convertida en ley del modo más grosero, es el oráculo de un nuevo Apolo. En esta hora decisiva, en cambio, se precisan ciudadanos valientes que quieran a su país precisamente porque no les gusta y lo imaginan mejor, más íntegro y digno. Populus maoir principe: esto es lo que enseñan Pietro Della Vigna, John Wycliff, Leopoldo de Bebenburgo, Jean Petit, John Ponet, Manegold de Lautenbach, Antonio de Rosellis, John Knox, George Buchanan, Duplesiss-Mornay, John Milton o nuestro paisano, el talaverano Juan de Mariana, autores que nos recuerdan qué destino aguarda a los tiranos que venden a su pueblo.
Los que mandan de
verdad auguran diez años de ajustes imposibles. No hace
falta ser un entendido para concluir que no resistiremos una década más de
recortes porque nuestras reservas están agotadas. A estas alturas del
destrozo social, predicar diez años es lo mismo que cien o un millar, porque cualquiera de estos plazos es inasumible. Así que o nos plantamos ante los que gobiernan o el gobierno acaba con nosotros. No lo olvidemos: no hay gobierno sin pueblo, pero sí pueblo sin gobierno. Llegó el momento del patriotismo popular.
Emilio Alvarado Pérez es portavoz del grupo municipal de IU