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T4 de Barajas |
Expongo aquí algunos equívocos que pueden darse como consecuencia del chantaje de los controladores aéreos y que conviene aclarar cuanto antes.
1. Los señores controladores no son trabajadores: son oficiales o maestros de un gremio. Son señoritos asalariados, gente consentida acostumbrada a cobrar una fortuna por desempeñar una profesión en la que “controlan” a su antojo la carrera profesional y el acceso de los aspirantes. Ellos deciden quién puede acceder al oficio, cuándo y cómo, como si viviéramos en la Edad Media. Y si alguien osa poner coto a sus abusos no dudan en chantajear a todo un país y a los trabajadores de verdad que necesitan tomar un avión para disfrutar de unas merecidas vacaciones, visitar a sus familiares y amigos o, simplemente, continuar trabajando. Reivindican lo contrario que cualquier trabajador consciente: prefieren un sueldo base muy bajo, abultados complementos e inflarse a hacer horas extraordinarias en vez de crear puestos de trabajo. Son asalariados de lujo a los que les importan un pimiento los trabajadores y el país en general. En consecuencia, que nadie intente confundir su condición con la de los trabajadores para justificar, llegado el caso, propuestas inadmisibles como privatizar sin tasa los servicios públicos o limitar el derecho de huelga.
2. Los señores controladores, que son una casta, no están organizados sindicalmente. Como es bien sabido, los gremios se organizan gremialmente, es decir, corporativamente. Además, un sindicato o es de clase o es otra cosa. La estructura de la organización de los controladores se asemeja a la de cualquier grupo de presión que ocupa un lugar de dominio en una actividad estratégica, con la única diferencia de que esa estructura es, en su caso, pública. Debido a que son un grupo de presión, su estructura corporativa incluye a casi el 100% del personal. Por tanto, que nadie arremeta contra los sindicatos utilizando como coartada el ejemplo de la Unión Sindical (sic) de Controladores Aéreos.
3. Los señores controladores tampoco han hecho huelga porque les falta dignidad para utilizar esa palabra. Para hacer una huelga hay que tener la gallardía de decírselo a la cara a quien haga falta. Como son cobardes han acordado ponerse enfermos cuando comenzaba el puente más largo del año. Otra prueba de su cobardía nos la han proporcionado sus portavoces que, a la vista del cisco organizado y sabiendo que se echaban encima a la opinión pública y, sobre todo, al Gobierno, pidieron de una manera completamente cínica a sus representados que volvieran al trabajo, cuando esos mismos representantes eran los cerebros de tan miserable contubernio. Los controladores, simple y llanamente, se largaron del trabajo con premeditación y alevosía, perjudicando gravemente a cientos de miles de ciudadanos. Así las cosas, estemos en guardia por si a alguien se le ocurre criticar huelgas futuras utilizando interesadamente como ejemplo el del chantaje del gremio de los controladores.
4. Un conocido humorista que presume de "progre", Buenafuente, quedó atrapado en su hotel debido a la coacción gremial de los controladores. Se le preguntó su opinión al respecto y se mostró reacio a manifestarla. Es sorprendente que una persona como él, de lengua tan afilada, no tuviera nada que decir al respecto. Quizás su mudez se debió a que hace unos meses tuvo como invitado en su programa al portavoz de los controladores y que juntos, en amor y compañía, estuvieron haciendo gracietas y chistecillos sobre la sufrida profesión de controlador. Los señores comunicadores se ponen estupendos cuando juzgan a los políticos, pero se escabullen por la puerta falsa cuando son ellos los culpables de los errores que critican en otros. Deberíamos exigirles, al menos, que se condujeran siempre con el mismo desempacho. ¿Y qué decir del comportamiento de los medios de la derecha, que son legión, durante las primeras horas del conflicto? Los mismos que el 29 de septiembre acusaron a los sindicatos de ser organizaciones formadas por delincuentes y por terroristas, los días 4 y 5 de diciembre eran comprensivos con los controladores. Con su proceder pusieron de manifiesto, una vez más, que hace mucho que abdicaron de su misión de informar. Se dedicaron, muy al contrario de lo que dictan las normas periodísticas, a amplificar un conflicto con el fin de desgastar al actual Gobierno. Los comentarios de sus opinantes a sueldo destilaban una contenida satisfacción por el desorden organizado, en la secreta confianza de que bullangas como esta allanarán el camino del PP al gobierno.
5. El convenio por el que se rigen los controladores lo negoció y firmó hace once años el señor Arias-Salgado, Ministro de Fomento de un gobierno del PP del que también formaba parte el Sr. Rajoy. Por eso resultaron patéticas las respuestas del portavoz del PP cuando se le preguntó su opinión sobre este asunto y dijo no saber nada. Tengo la impresión de que al PP no le importa firmar convenios disparatados en el ámbito de lo público porque persigue secretamente que el convenio haga inviable el servicio y sea el pretexto de futuras privatizaciones. Dicho de otro modo, el PP siembra la semilla de la discordia, en ese momento queda bien con todos y luego, cuando el servicio es insostenible, recoge el fruto sazonado y maduro de la privatización. Sé de algunos casos llamativos que, en ausencia de una explicación mejor, no acierto a entender de otro modo. Sospechas personales al margen, lo cierto es que hasta ahora ningún gobierno de la democracia había plantado cara a los controladores, excepto el actual aunque, todo hay que decirlo, con mucho retraso y teatralidad. A cada uno lo suyo.
6. Dice el Sr. Rubalcaba a propósito del chantaje del gremio de los controladores que “quien le echa un pulso al Estado, pierde.” Pues sepa el Sr. Rubalcaba que unos especuladores con nombres y apellidos le llevan echando un pulso a nuestro Estado y a nuestra sociedad desde el año 2007, y que por lo visto quien está perdiendo en ese pulso es nuestro país y nuestra sociedad. Eso sí, con el beneplácito del gobierno en el que el Sr. Rubalcaba es Vicepresidente Primero. ¿Por qué el Gobierno no muestra idéntica determinación cuando hay que poner en su lugar a unos individuos mil veces más dañinos que los controladores? ¿O acaso debemos deducir de los hechos que el Gobierno actual está contra el Estado y que por esa razón perdemos este pulso que es el más importante de todos? Una vez más, a cada cual lo suyo.
Emilio Alvarado Pérez, Primer Teniente de Alcalde, Concejal de Cultura y otros Servicios y candidato a la Alcaldía por IU