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Don José Campaña Rivas, un hombre con dignidad |
Don José Campaña Rivas, sevillano de 45 años, parado desde el 2007, año en el que la crisis ya se dejaba entrever aunque el señor Zapatero se empeñara en negarla, inició una marcha de protesta y de denuncia el pasado 18 de octubre. Ese día decidió salir de su pueblo, Mairena del Alcor, para, siempre caminando, llegar a las puertas del Congreso de los Diputados y exigirle al Gobierno su derecho al trabajo tal y como proclama la Constitución.
Hasta ahora ningún medio de comunicación se ha dignado a recoger esta noticia porque de lo que se trata es de que nadie se entere de esta reivindicación personal tan amarga y de que no trascienda un drama que, por desgracia, lo es también para millones de ciudadanos. Es de justicia que alguien cuente la historia de este hombre, que se repite en muchos otros hombres y mujeres de nuestro país. Y eso es lo que voy a hacer.
Don José se pasa el día frente al Congreso, desde las ocho de la mañana hasta que finalizan los plenos a primera hora de la noche. Muchas horas de soledad en las que sólo recibe el aliento y el apoyo de los políticos de IU-PCE. Según relata Don José, el resto de sus señorías "se paran aquí delante, se bajan del coche oficial y ni te miran." Pocas palabras pero muy claras las de Don José, porque describen la actitud de una clase política acomodada que sólo sabe responder a las exigencias de los bancos y de las empresas más poderosas del país.
Parece ser que un día al señor Ministro de Trabajo, Don Valeriano Gómez, no le quedó otra que intercambiar algunas palabras con Don José. El protagonista de nuestra historia explicó al Ministro que tiene mujer y dos hijos, uno de 14 meses y otro de 5 años, y que su familia ha de apañarse con los "miserables 420 euros" de subsidio que otorga el Gobierno a quienes ya no pueden cobrar la prestación ordinaria por desempleo. El señor Ministro le contestó que “los 420 euros que se les da a los parados es una gran ayuda”. Sólo un mes después de esas palabras el gobierno del que forma parte el señor Ministro, cumpliendo órdenes de los poderosos, anunciaba la retirada de esta ayuda de emergencia.
Don José Campaña Rivas emprendió su protesta, tan pacífica como noble, porque estaba cansado de ser prisionero del "ejército de reserva" que el gran capital necesita para sostener las malas condiciones laborales de la clase trabajadora, sobre todo ahora, en plena crisis financiera; porque estaba harto de que la limosna que le ofrece el Estado, que también se le acaba, no le llega para que su familia tenga una existencia decente; porque no soportaba el espectáculo de un Gobierno que regalaba a los bancos, los verdaderos culpables de la crisis, la riqueza que durante años han producido los trabajadores con el sudor de su frente; porque no se resignaba a que la Casa Real continuara recibiendo un estipendio público más que generoso mientras que la situación de miles de familias se deterioraba sin remedio y degeneraba en tragedias personales; porque se sentía avergonzado por no tener trabajo y decepcionado al ver que después de tres años el desempleo seguía creciendo escandalosamente. Muchas razones tenía Don José Campaña Rivas para caminar 600 kilómetros y exigirle al Gobierno que no quería limosnas sino el reconocimiento de su derecho al trabajo tal y como reconoce la Constitución en el artículo 35.
Don José continúa frente al Congreso de los Diputados, mientras que unas señorías que han abdicado ante el capital y que parecen haber olvidado principios elementales del socialismo, siguen aprobando leyes en contra del pueblo que les ha elegido. Frente a una representación de la soberanía popular claudicante, pero acompañado de miembros de IU y del PCE, Don José leyó un largo discurso de denuncia y de perplejidad que había escrito mientras caminó desde su pueblo hasta la capital.
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Hacen falta muchos caminantes obreros para poner fin a los abusos del gran capital. Y también un gobierno de izquierdas que no sea lacayo de los patronos.
Sirva este poema de una de nuestras glorias nacionales como humilde homenaje a Don José y a todos los que como él están dispuestos a luchar por un futuro de justicia y de igualdad.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
María José Pérez Salazar, militante de IU de Azuqueca de Henares