Después de la victoria del PP en las elecciones generales del 20 de noviembre, el presidente de la CEOE, Juan Rosell Lastortras, respira más tranquilo. No es que antes se fatigara, con Rodríguez Zapatero. Pero ahora se le nota más suelto, como si los alveolos se le hubieran agrandado con la nueva mayoría absoluta. Así se le vio el pasado 23 de noviembre, sólo tres días después de las elecciones, en la conferencia que impartió en la sede de Nueva Economía Fórum. En tan distinguido club, que cuenta como miembros de honor con Esperanza Aguirre o Rita Barberá, entre otros, Juan Rosell fue presentado por su amigo Rodrigo Rato. Era cosa admirable: Rato se dirigía a Rosell por su nombre de pila y Rosell, con idéntica familiaridad, hacía lo mismo. Entre Rodrigos y Juanes, como grandes compañeros, se pasaron un buen rato echándose requiebros y flores, entortolados ellos. Para Juan, Rodrigo es un español de proyección mundial, por el que “apuesto para todo menos para entrenar al Barça”. Para Rodrigo, España necesita muchos hombres como Juan, especialmente ahora que en la economía nacional pintan bastos. Cuánta confianza entre el banquero que estrangula el crédito y el jefe de los empresarios, muchos de los cuales se ven obligados a cerrar por falta de circulante. Tanta camaradería da gusto, se empiece una conferencia, se cante una saeta o se empuñe el bisturí. La pareja estaba como en casa. Faltaban el puchero caliente, las zapatillas de paño y los rulos. Con tiempo, todo se andará.
Acabadas las presentaciones, el señor Rosell se puso serio. Se calzó su condición de presidente de la CEOE y anunció que era partidario de la austeridad y de los recortes, defendiendo los que ya aplica Artur Mas en Cataluña, Cospedal en Castilla-la Mancha o Núñez Feijóo en Galicia, con un argumento que no admite réplica: “Hay que hacer lo que hay que hacer”.
Para Rosell “España está en situación de peligro”, hecho del que nos percatamos, unos más que otros, aunque por diferentes razones. Esta situación comprometedora exige medidas, que para la CEOE de Rosell, para la Unión Europea, para la OCDE, para frau Merkel, para el BCE, para el anterior gobierno socialista y para el aún no estrenado gobierno popular no son otras que más recortes en el gasto social. Para Rosell la cirugía del recorte “es matemática pura”, algo indiscutible como la irracionalidad de la raíz cuadrada de dos. Si algo es ineludible hay que aceptarlo aunque sea “doloroso”, nos señala el jefe de los empresarios. Ahí tenemos el ejemplo de la muerte, que no admite escapatoria: que su guadaña, que siega las vidas, sirva también para tajar un presupuesto público dislocado. El presidente de la CEOE basa su remedio en el planteamiento de que España tiene un problema con un gasto público que no ha caído en la misma proporción que los ingresos. Por tanto, la solución tiene que venir por la vía de la reducción del desembolso. ¿Y si las rentas más altas tributaran lo que les corresponde? Ni hablar. Para Rosell, miembro también de la ultraliberal Sociedad Mont Pelerin, hacer pagar impuestos a los ricos que defraudan es una grosería inaceptable, una salida de tono, una boutade. Que no se hable más.
Pero el jefe de la patronal va más allá. Ahora se siente fuerte para presentar una porción de medidas que den más poder a los empresarios sobre los trabajadores. No son una novedad. El gobierno del PSOE ya las dibujó en la anterior legislatura. Lo singular tras la victoria del PP es que no existe ningún indicio que nos lleve a pensar que el nuevo gobierno de derechas se opondrá a ellas. Más bien lo contrario. Las aceptará con gusto, aupado por una mayoría absoluta que le blinda en el parlamento. Las medidas exigidas por el jefe de la CEOE, más vistas que las pelucas empolvadas, los velones de cuatro brazos o las camisas con chorreras, son las siguientes:
- Privatización de los servicios públicos. Una vieja exigencia defendida también por el Partido Popular, que aplicará más pronto que tarde.
- Restablecer los flujos de crédito (aunque esto es más un desiderátum que otra cosa)
- Reforma laboral basada en tres pilares: reducción de las modalidades de los contratos, reforma de la negociación colectiva que, aunque ya fue abordada por el gobierno de Zapatero hace apenas seis meses, fue insuficiente para la patronal y, cómo no, el abaratamiento del despido.
Mientras los empresarios dan a conocer sus exigencias que, sin lugar a dudas, contarán con el beneplácito del nuevo gobierno, el líder del Partido Popular y próximo Presidente del ejecutivo ha decidido desaparecer de la escena pública, que no de los cenáculos del poder, lugares en los que se encuentra muy activo. Su última comparecencia pública fue la noche del pasado domingo cuando le vimos dando botes en el balcón de la calle Génova. Al igual que la CEOE ha avanzado sus expectativas, Rajoy ha decidido reunirse en privado con tres de los principales banqueros de este país con los que mantiene una estrecha relación: Rodrigo Rato (BANKIA), Francisco González (BBVA) e Isidre Fainé (LA CAIXA).
Los dirigentes del PP que salen a los medios ya empiezan a propalar la especie de que los datos del déficit serán peores de lo esperado y, por tanto, que los recortes han de ser mayores que los previstos. Sobre tal cosa el líder del PP no suelta prenda, fiel a la máxima que sostiene que un mudo nunca se equivoca al hablar. A lo máximo que ha llegado Rajoy en estos tres días es a publicitar un escueto mensaje en su cuenta de Twitter que dice: "Agradezco vuest. felicitaciones y muestras de apoyo. Ahora trabajando intensamente en ntro. objetivo: crear empleo y luchar contra la crisis. MR". Mensaje sesudo y profundo de nuestro presidente, que nos hace pensar que estamos en las mejores manos.
Por otro lado, el PSOE, después del descalabro del pasado domingo y en un nuevo gesto de pleitesía hacia la banca, ha concedido el indulto parcial a dos banqueros amigos. Uno de ellos, Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander y mano derecha de Botín, condenado por el Tribunal Supremo por delitos cometidos cuando era presidente de Banesto. Gracias al indulto, Alfredo Sáenz podrá seguir siendo consejero y cobrar su sueldo anual de más de 1.700 millones de pesetas. El otro banquero indultado es Miguel Ángel Calama, ex director de Banesto en Cataluña. El portavoz del Gobierno, José Blanco, no quiso explicar por qué el Gobierno tomó esta decisión en el primer Consejo de Ministros que realiza en funciones, es decir tras perder los comicios del pasado 20 de noviembre. En cualquier caso, con explicación o sin ella, no cabe un broche final más apropiado a una legislatura tan servil. ¿También nos contarán que indultar a banqueros es de izquierdas?
Este es el panorama que se nos ofrece una semana después de unas elecciones generales marcadas por el descrédito político, la mentira y el miedo a un futuro tenebroso.
Las Comunidades Autónomas comienzan a aplicar recortes que perjudican seriamente a los ciudadanos. El número de desempleados amenaza con superar los cinco millones. El gobierno saliente sigue satisfaciendo a la banca. El ejecutivo entrante calla y otorga. Y la anarquía financiera internacional continúa desmantelando los Estados y poniendo en peligro la democracia y la supervivencia de la Unión Europea.
¿No creen ustedes que es hora de que despertemos?
María José Pérez Salazar es militante de IU de Azuqueca de Henares